sábado, 29 de octubre de 2022

Follator y Follatrice

ADVERTENCIA: SI ERES UN ALMA SENSIBLE,
NO SIGAS LEYENDO.

  Dormida en la cama, sueño con zumbidos de máquinas. Vuelo en un avión sin control y muerta de miedo quiero buscar el paracaídas, pero mis piernas no obedecen y la angustia va in crescendo. Un tintineo metálico suena de lejos. ¿Viajarán también monaguillos de iglesia haciendo sonar sus campanillas? 
  De repente, un fundido en negro. Un goteo persistente se acerca: tap, tap, tap, tap. Poco a poco vuelvo al mundo real sintiendo el roce de las sábanas, la respiración pausada de mi marido en mi nuca y su brazo rodeando mi pecho.
  Disipada ya la pesadilla, respiro hondo, me remuevo un poco en la cama y me dispongo a seguir durmiendo. 
  Tap, tap, tap.... -¡Un momento! Eso no lo he soñado-. Tap, tap, tap. Ahí está de nuevo, es real. Son los tacones de Gloria, ha vuelto otra vez. 
  Me despejo por completo. Ya se lo que he estado oyendo. El zumbido lejano es el ascensor de casa subiendo. Las campanillas son las llaves del piso. El goteo es el sensual caminar de Gloria ondulando las caderas por el pasillo mientras ese Follator la sigue en celo.
  Menos mal que tengo en la mesita de noche las gafas de cerca y el e-book. Totalmente despejada me siento en la cama a leer, ya se que ocurrirá a continuación.
  Ñiiiieeeec -la puerta del armario ropero-, ella coge las sábanas limpias y hace la cama en silencio. Tap, tap, tap, en el silencio de la noche resuena el taconeo. Se inclina para ajustar las ropa del lecho luciendo su culo para disfrute de Follator. El la mira con lujuria mientras se masajea la polla por encima de los pantalones. Ella sonríe ladina, lo quiere bien duro y dispuesto para la sesión de folleteo. Sólo pensarlo se le hace agua el coño y siente hinchados los labios de su sexo.
  Tap, tap, tap, tres pasos para colocarse frente a él y con destreza abrirle la bragueta. Tiene húmedo el slip de líquido preseminal y sigue pensando en el culo de ella. Gloria se agacha en silencio y despacio tira de pantalón y calzoncillo a la vez para liberar esa polla que pugna con la tela por lanzarse hacia ella, la mira golosa y se relame los labios. El no puede esperar más, sujeta a Gloria de la melena y se mete brusco en su boca pintada de rojo. 
  Entra y sale, entra y sale. Mientras, ella succiona. Cada uno concentrado en su tarea.
  Yo sigo a lo mio. No he encendido la luz, no la necesito, el e-book la lleva incorporada en la pantalla. Son las tres de la madrugada y estoy de un humor de perros, ya sé de memoria la función de la casa de al lado.
  Escucho a Follator susurrarle a Gloria:
- ¡Para guarra! ¡No quiero correr me en tu boca! La levanta con brusquedad y la pone a cuatro patas sobre la cama mientras ordena: - ¡agárrate al cabecero! -. 
  Suspiro con resignación. Ahí va la primera tanda de ruidos.
  Pum, pum, pum, el cabecero impacta contra su gemelo al otro lado de la pared, en que yo apoyo mi espalda mientras leo. Oigo a Gloria pegada a mi cabeza decirle: ¡Fóllame más fuerte! ¡No pares! ¡Lléname el coño! ¡Dame más, daaaaameeee! ¡Aaaah! ¡Aaaah! ¡Siiiiiiiiii, sigueeee! Pum, pum, pum... Y cae exhausta sobre el colchón. 
  Follator respirar entrecortadamente, sudando se deja caer sobre ella y mordisquea sus pezones. En cuanto ella comienza a gemir de gusto, le hinca la polla en el coño dilatado y chorreante y comienza otra vez el bombeo.
  Ñic, ñic, ñic, ñic protesta el somier de la cama. Gloria intercala sus gritos con cada uno de los "ñics" del somier, mientras Follator, ciego de adrenalina, prosigue sus rítmicos embates hasta regalarle un segundo orgasmo a esa fiera con la que folla. 
  Miro de nuevo el reloj, las cuatro y veinte de la madrugada. ¿Esos dos no se cansan nunca?
  Un instante de silencio sigue al momento en que él abandona la tibia cueva donde se alojaba para comerle el coño a esa ninfómana, que de nuevo solloza de gusto pellizcándose las tetas.
- ¡Chúpamelo! ¡Ay siiii! ¡Muerde, muerde, muerdemeloooo! ¡Voy a correrme, me corrooooo! 
  ¿Y con este lleva tres o ya son cuatro? - me ando yo preguntando- necesito dormir, ¿no se cansan nunca? ¡Hijos de puta!
  Ella, agotada, se revuelca mórbidamente sobre la humeda sábana, sintiendo cada arruga en su espalda. El la mira y, de nuevo, se empalma. Le ve el coño abierto con restos de semen goteando y sin pensarlo mete dos dedos hasta el fondo, los mete y los saca con brusquedad, disfrutando de ese ruido de chapoteo. Añade un tercer dedo para ensanchar más la entrada. Gloria pellizca la Sábana con sus manos y alza las caderas para salir al encuentro de esa mano experta. Él, cada vez más duro, saca la mano y se tumba sobre el colchón.
- ¡Montame zorra! ¡Vamos, devuélveme el favor! -, ordena con voz ronca. 
  Ella complaciente se sube a horcajadas sobre el y comienza la cabalgata. De nuevo se escuchan los ¡Oooooh! ¡Aaaaah! ¡Siiiiii! -Pégame, pégame, pégame- súplica ella. El golpeteo de las palmas de las manos de él sobre el culo se Gloria no se hace esperar: plas, plas, plas, resuena cada vez con más brío intercalado con el "ñic-ñic" del somier.
  Esa ha debido ser la gota que colma el vaso, porque me levanto echa una furia a las cinco menos dos minutos de la madrugada y corro por el pasillo hacia la puerta de mi casa.
  Llevo un camisón malva cortito, solo unos centímetros por debajo de las bragas, pero no me entretengo en ponerme nada encima. Salgo a la escalera con toda la furia del infierno contenida en mi mirada y toco el timbre de la casa de al lado. Naturalmente nadie sale a abrir, pero estoy cabreada y mi dedo se pega al timbre sin piedad. 
  Los gemidos de Gloria se han apagado, pero a mi ya no hay quien me pare. Mi dedo tiene vida propia y continua machacando el timbre.
  Al silencio de la madrugada le sigue un ruido de pasos leves. La puerta de la casa de al lado se abre de golpe y ahí tengo a Follator, cubierto únicamente con el slip de algodón blanco... ¿Y este espécimen de cincuentón fofo y paliducho es el tío que hace tocar el nirvana con las puntas de los dedos a Gloria? ¡Hostia puta, que decrépito! Tiene que ir de viagra hasta las raíces del pelo.
  Con cara de mala hostia y malas maneras me dispara a bocajarro: -¿que pasa?-. Yo llena de veneno le suelto:
 -Ya esta bien de escándalo, vete a follar a tu casa. 
 Ese sapo repugnante y baboso en vez de arrugarse me contesta con rabia: -¡yo follo donde quiero!-.
  En un momento de inspiración, respiro hondo y le digo muy serena:
-Me parece bien, pero si vuelvo a oír lo más mínimo llamaré al propietario de la casa, sea la hora que sea, para decirle que hay alguien dentro y que le llamo a él antes que a la policía. Por si en vez de un ladron es alguien de la familia. 
  Di la vuelta muy digna y entré en mi casa. No les oí marcharse, seguramente me quedé dormida. Por suerte ellos no han vuelto y yo me he ahorrado de llamar al dueño del piso y padre de Gloria. Que el hombre ya tiene una edad y el teléfono sonando a las tres de la madrugada sobresalta a cualquiera.

EPÍLOGO
  A día de hoy la feliz pareja no ha vuelto. Por cierto, el timbre de la casa se rompió. Al parecer se quemó de sonar sin interrupción durante varios minutos.
  El resto de los vecinos no salió a la escalera, pero todos cotilleaban pegados a sus puertas. Tuvieron el descaro de preguntarme al día siguiente que cara tenía Follator.

FIN