viernes, 3 de abril de 2020

"Nápoles A. D. 1723"



Parecía ayer cuando aquel signor espagnolo  vino a él con un encargo de la lejana Cartagena, pidiendo una Pietá al estilo del gran Michelangelo.
Giaccomo Colombo contemplaba absorto su obra terminada. Frente a él, tras muchos meses de laborioso trabajo, maese Giaccomo tenía a aquella extraordinaria bellezza  de tez clara y ojos oscuros, reflejando el dolor de una madre con su hijo muerto en brazos.
El maestro se despedía de su obra. Acarició con mimo su rostro y vio brillar por última vez bajo el sol napolitano las cinco lágrimas que adornaban su rostro. Memorizó las tenues arrugas de su frente, rozó las manos implorantes de la Madre de Cristo con respeto reverencial.
Era hora de dejarla marchar. Suspirando se apartó de ella y con el corazón tembloroso susurró: -Addio amore mio, buon viaggio-.

 

2 comentarios:

  1. Qué maravilla, Isabel! Eres un fenómeno en el relato brevísimo, lo condensas todo en tan pocas frases! Enhorabuena!
    Saludos.

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  2. ¡Muchísimas gracias Inmaculada! 😘

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