martes, 2 de julio de 2013

"El nombre que ahora digo" Antonio Soler


   El diario local "La Opinión" regaló tres libros a aquellos que se acercaron a sus oficinas el Día del Libro y este es uno de los tres que me traje.
  Lo he tenido siglos encima de una mesa cogiendo polvo, el hecho de que lo regalaran me hacía temer que era un rollazo.
  Además estaba lo del premio, siempre desconfío de los libros premiados y este libro ternía el "Premio Primavera de Novela 2006".
   Cuando por fín me decidí a incarle el diente casi renuncié a él porque el telón de fondo era la Guerra Civil Española. Hay pocos temas que deteste tanto como ese. Por suerte no abandoné, es una buena historia a pesar del premio y de la Guerra Civil.
  El argumento: Un chaval almeriense pierde el contacto con su familia durante un bombardeo a un tren camino de Murcia. Solo y desorientado comienza sus andanzas en solitario y acaba siendo recogido por unos militares (como nó) republicanos que se convierten en su nueva familia. El destacamento, afincado a las afueras de madrid en un palacete requisado a un marqués que continúa residiendo en el como prisionero, se dedica oficialmente a trasladar artistas desde el palacete donde todos residen a lugares donde actúan para levantar la moral a las tropas y la población civil. Extraoficialmente secustran curas y monjas para pedir rescate por ellos y cuando aparecen a pagar el rescate quien lleva el dinero y el secuestrado son asesinados para evitar que el "negocio" sea descubierto y se acabe el chollo.
  Naturalmente hay una historia de amor entre el joven almeriense y una costurera, de las que arreglan el vestuario de los artistas, casada con el sindicalista que dirige el tinglado de los secuestros y asesinato.
   El argumento me ha parecido buenísimo y muy duro. Lo que no me gusta: que un hermoso lenguaje poético convierte en buenos a unos facinerosos, que incluso llegan a parecer buena gente. Por contraposición esa ausencia de poesía hace que otros, que no son mejores ni peores, parezcan los malos de la película. Adivina a quienes favorece la poesía y a quien nó.
   Alguien que roba una máquina de coser a dos pobres viejos acobardados a punta de pistola no es menos culpable por vestir determinado uniforme y tener los ojos negros de alquitrán líquido y el negro flequillo cortado por rayos de luna sobre una tez oscura de sombras. Por bellas que sean las palabras que utilizas no deja de ser un cabrón con un arma y sin escrúpulos que abusa de la superioridad que le otorga la pistola.
  Me fastidia un montón que nadie quiera entender que las guerras son guerras y que en todos los bandos hay gente normal y canallas y asesinos. Ningun ideal, por bello o justo que sea, convierte a un hijo de puta y cabrón en buena persona ni sirve para justificar barbaridades y en todos los bandos se cometen tropelías.
  A pesar de todo confieso que me gusta este libro.

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