Bruno Zambrano sabe que hace cosas que no son "normales". Le preocupan sobre todo unas ensoñaciones en las que se pierde con frecuencia, en ellas se ve teniendo relaciones sexuales con mujeres mientras las lastima.
En busca de ayuda acude a la consulta particular del Dr. Almazagrán, que entre sus colegas inspira poca confianza. Tiene fama de iluminado y por ahí se murmura sotto voce que es persona poco recomendable, un individuo raro que mantiene relaciones reprochables con sus pacientes femeninas.
Bruno es un psicópata de manual. La pregunta correcta no es si matará a alguien, sino cuando lo hará y si será suficiente con una sola vez. Por otra parte ¿que pasa con el psiquiatra? ¿es ayudar a su paciente lo que tiene en mente? ¿o es otra cosa?
Para complicar más las cosas comienzan a aparecer cadáveres de mujeres con trepanaciones en el cráneo y la policía no consigue avanzar en la investigación. Celia Nogales, la agente que se encarga del caso y antigua paciente del Dr. Almazagrán, siguiendo un pálpito decide pedir ayuda al psiquiatra para realizar un pérfil del asesino en serie que tiene en jaque a Huelva y sus alrededores.
Confieso que me ha costado cogerle el gusto a la novela porque se me hacían un poco interminables y repetitivas las introspecciones de Bruno.
El personaje de Bruno es examinado y descrito con minuciosidad y precisión. El autor nos disecciona su mundo desde la infancia cuando aparecen los primeros indicios de que algo no funciona bien en su interior.
El retrato de los padres de Bruno resulta imprescindible para entender como ha llegado al estado en el que lo conocemos en la consulta del psiquiatra. Una madre castrante, a la que odia con vehemencia pero a la que no es capaz de enfrentar ni desobedecer. Los malos tratos psicológicos están ahí, los físicos quedan solo sugeridos de pasada, pero está claro que también los hubo. Un padre depresivo y sin carácter, completamente anulado por su madre, que solo consiguió despertar en su hijo sentimientos de desprecio y compasión y que acaba suicidandose.
La adolescencia de Bruno, marcada por la soledad y una única relación sexual fallida, tiene indiscutiblemente parte de responsabilidad a la hora de conformar su personalidad.
Una posible homosexualidad no reconocida planea por la vida de un Bruno misógino en grado superlativo, trepa, con un ego tan grande como un elefante, mentiroso, manipulador, inteligente. Rey del postureo y la apariencia de puertas para afuera, pero dentro de casa un completo inútil, ya que su madre lo controlaba absolutamente todo. Se miente extraordinariamente bien a sí mismo, dando forma a la realidad para que se acomode a sus deseos. Su memoria, muy selectiva, solo conserva aquellos recuerdos que coinciden con la imagen que desea dar.
Con todo este panorama opresivo y asfixiante resulta casi liberador cuando aparece una segunda historia donde una mujer policía investiga unos crímenes que en principio no tienen porque estar relacionados con el protagonista.
Esta segunda historia, llena de detalles médicos, sobre los asesinatos de unas mujeres que al parecer son obra de un asesino en serie imprime un poco más de ritmo a la novela. Los personajes están aquí mucho menos perfilados que el de Bruno, que llena gran parte de la novela con sus obsesiones y dilemas, pero a cambio recibimos más acción.
Sobre su autor
Javier Martínez Betanzos nació en Rociana del Condado (Huelva). Estudia Magisterio y posteriormente continúa estudiando Filosofía y Ciencias de la Educación y Psicología y Psicopedagogía. Realiza un Doctorado en Ciencias de la Educación con una tésis sobre las necesidades de los alumnos con parálisis cerebral, la única que hay en España, y su califícación fue la de sobresaliente cum laude por unanimidad.
Ha publicado dos libros profesionales sobre el tema y artículos en revistas. Ha sido ponente en cursos para formación de profesores en ejercicio y estudiantes universitarios. Es también autor y administrador de un blog, escribe poesía y ha publicado otra novela además de esta, "No creas lo que tus ojos te dicen".
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