miércoles, 16 de enero de 2019

"Huidos" de Enric Vicent Alepuz Llopis



  Vicent Gisbert se une al maquis (guerrilla antifranquista), deja a su familia y huye al monte con la guerrilla.
  Su mujer, Berta, se queda sola en casa con los dos hijos del matrimonio. Dani, el mayor, es un adolescente y Risto, el pequeño, es tan solo un niño. La vida de posguerra fue dura para todos, pero para la esposa y los hijos de un maqui fue un autentico calvario.
  Berta, siempre bajo sospecha, es acosada por la Guardia Civil que intenta obligarla a delatar a su marido. Los vecinos le hacen el vacío y la condenan a la soledad y el ostracismo mientras se regodean en todas las desgracias que se le vienen encima. La pobreza y la desesperación combinadas con una violación terminan abocandola a la prostitución.
  Dani, adolescente marcado por el abandono de su padre y resentido con el mundo en general y su madre en particular, no tarda en seguir los pasos del padre guerrillero.
  En cuanto al pequeño Risto, en su inocencia no es capaz de percibir los desprecios ni la tragedia que vive su familia. Tan solo extraña a su padre. El oscuro nubarron que planea sobre su vida es un maestro aficionado a pegar a los alumnos, que se ensaña con él con total impunidad, ya que sabe que nadie defenderá al hijo del maqui.
  Berta decide marcharse del pueblo cuando al abandono de su marido le sigue el de su hijo mayor. Amparada por el Partido se traslada a un nuevo emplazamiento desde donde da apoyo logístico al maquis como enlace. Risto respira aliviado, se acabó la tortura en la escuela.

  Este es un libro viajero. Forma parte de un bonito proyecto de Ediciones Alfeizar que lo puso en circulación por España con la idea de que fuese personalizado por los lectores antes de retornar a la editorial.
  Está muy lejos de mi zona de confort, no es un tema sobre el que yo busque leer. Por una parte he amado este libro y por otra lo he odiado. Cuenta una historia de esas que te deshacen por dentro.
  He acabado la lectura sin saber mucho sobre el marido que se echó al monte. Ha sido una figura fría que abre la narración diciendo que no le produce asco ni remordimiento matar a un hombre si es un mal nacido. Eso mismo lo podría haber dicho un asesino de la mafia. Siente más reparos por matar al perro que guarda la finca que al hombre que vive en ella. Así que es alguien con pocos escrúpulos y que no duda en asesinar. Lucha, supongo, por una libertad en abstracto, en ningún momento da sus razones para unirse a la guerrilla. Solo por Berta averiguamos que tras la guerra sufre torturas en el cuartelillo de la guardia civil por una denuncia falsa de un vecino y cuando lo liberan, después tres días de cautiverio, se va al maquis.
  Vicent se echa al monte, en ningún momento se plantea que ese infierno del que huye es el que espera a una Berta sola y desprotegida. Se marcha sin titubear ni mirar atrás, su familia queda abandonada a su suerte.
  Dani es demasiado mayor para ser un niño y demasiado pequeño para ser un hombre. Inmaduro en muchos aspectos, en vez de ser el apoyo de su madre y su hermano se convierte en un problema más. En un arranque de soberana estupidez organiza un altercado público con el maestro de Risto y huye al monte empeorando ostensiblemente la situación de su madre y su hermano menor. Su gran meta en la vida es emular a ese padre ausente y que ha mitificado.
  Berta es para mí el gran personaje de esta novela. Ella es quien enfrenta las consecuencias de las ideas y los actos de su marido. Cría a los hijos, les quiere, les alimenta y también ¿por qué no admitirlo? les adoctrina y de alguna manera les encamina hacia el mismo destino que su padre.
  Berta es una victima con uve mayuscula. Victima de un marido que la abandona, de una sociedad que sin cometer delito ni pecado la condena y la rechaza, de unas fuerzas del orden que en su afán por reprimir la resistencia al regimen recién nacido de una guerra civil se ensañan con ella, incluso de su hijo mayor que la culpa de no saber defender a la familia de abusos e injusticias.
  Berta es también ese ser fuerte e indestructible que cada vez que alguien rompe su alma en pedazos la recompone.
  A Risto, que comienza el relato siendo un niño con una inocencia que desarma, lo vemos madurar antes de tiempo a base de golpes de la vida pero manteniendo hasta el final la ternura y la belleza que ha tenido desde el principio. Inteligente y sincero, admite que plantaron en él las semillas de la revolución y que su madre las regó hasta que germinaron y crecieron.
  El autor ha construido cuidadosamente sus personajes y nos transporta de manera muy convincente a ese tiempo y lugar en que vivieron. Resulta facil ver en ellos a las gentes de aquella época. A mismo tiempo nos dá con dos acertadas frases el porqué tantos años después todas estas historias aún nos afectan.
  Una de ellas es de Dani: "Los vínculos afectivos que nacen cuando las guerras son siempre más radicales, más firmes y perdurables. Tanto en la estima como en el odio" Esa estima y ese odio siguen ahí hoy en día.
  La otra frase es de Toni, un amigo de Dani al que el autor reserva un triste papel. Amigos del alma que siguen caminos divergentes. Dani abandona el pueblo para unirse al maquis y Toni, huerfano de guerra, ingresa en la Guardia Civil. Interpelado por su novia respecto a que fue de su amigo piensa para sí "¿como iba a decirle que el amigo de antes era el enemigo de ahora?". Trasladado a perseguir a la guerrilla acaba como verdugo de la gente a la que conoció.
  Importantes son los nombres en la novela. Vicent cuando huye al monte adopta como nombre de guerra el de su hijo menor Risto. Dani cuando huye al monte se transforma en Berto, como una señal de reconciliación con su madre y a través de ella consigo mismo. Berta, que también huye del pueblo y de su propio dolor acaba siendo Daniela otorgando amor y perdón a ese hijo que le falló. El pequeño Risto cuando deja de ser niño se convierte en Chente ocupando el lugar de ese padre ausente y que con su marcha destruyó a toda su familia.
  Un tema que la novela toca de pasada y que desde luego tiene su peso es el del azar a la hora de elegir bando. A veces no fue cosa de ideales, simplemente vivías en una zona cuando se declaró la guerra y allí te tocó luchar sin ninguna elección personal de por medio.
  Como puedes ver lector me he implicado con la historia, la he vivido y la he diseccionado porque me gustó. Pero que me guste no quiere decir que no eche de menos algo en ella. La presencia de esa ingente cantidad de gente que tenía las mismas gobernase quien gobernase, que cansada de guerra y de tropelías solo quería vivir en paz. Gente que ansiaba un trozo de pan que echarse a la boca y poder seguir adelante. Probablemente son esos borregos a los que se culpa de colaborar con el régimen franquista, no por luchar por él sino por no oponerse.
  Que gente buena la hubo en los dos bandos y evidentemente hijos de puta también tuvieron ambos. Me han faltado los buenos de un lado y los malos de otro.

Sobre su Autor
  Nace en Almusafes (Valencia) en 1956. Ha alternado el ejercicio de la labor docente con la escritura y es autor de varios relatos en valenciano. Entre ellos destacan "Mariona" y "El mal d'Almansa".
  Actualmente jubilado de la enseñanza compagina la escritura con la música. Es director de un grupo instrumental cuyo principal objetivo es recuperar, aprender, impulsar y dar a conocer la música tradicional valenciana.

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